Fortalecer la inversión social privada desde la diversidad, equidad e inclusión

Por Leandro Fogliatti

Si bien cada vez más empresas integran la DEI en sus relaciones con grupos de interés, aún quedan terrenos donde profundizar, como los programas de relacionamiento comunitario. Dos especialistas en inversión social privada reflexionan sobre la importancia de incorporar esta perspectiva para entender y transformar la realidad, compartiendo experiencias y buenas prácticas.

Conocer las necesidades de una comunidad, soñar en grande y encarar acciones colectivas: tres pilares fundamentales para desarrollar estrategias de inversión social privada que generen cambios profundos. En este sentido, incorporar una perspectiva DEI es clave para entender la realidad que se desea cambiar.

“Nuestra ONG hizo un trabajo de investigación y una de las cosas que identificamos es que las organizaciones no incorporan perspectivas de género o diversidad porque no saben cómo hacerlo. Vienen haciendo lo mismo desde hace años y desconocen la situación real”, describe Florencia Roitstein, directora ejecutiva de ELLAS – Mujeres y Filantropía, y explica que esto podría deberse a “una muestra de desinterés de lo que una problemática genera en la sociedad”.

Según señala la especialista, es difícil encontrar recursos que aborden la especificidad de la diversidad en la inversión social privada. “Cuando hicimos la investigación vimos que las pocas herramientas que había en América latina estaban en inglés o con una mirada del Norte. Entonces, con esos resultados hicimos un manual que recupera los casos de las entrevistas en profundidad que se hicieron durante la investigación y se adapta a la realidad del microclima o ecosistema de la filantropía”.

Roitstein se refiere al manual titulado Filantropía con perspectiva de género, orientado a “incorporar la dimensión de género en la filantropía latinoamericana para invertir más y mejores recursos en los derechos humanos de las mujeres y sus comunidades”. El aporte de la ONG que lidera se suma al de otras organizaciones que también están detectando la necesidad de robustecer con perspectivas DEI las acciones comunitarias.

“Si bien los aspectos DEI no constituyen un pilar de trabajo de nuestra organización, actúan como eje transversal e intentamos promover espacios donde reflexionar con sentido crítico sobre nuestras propias prácticas”, señala Javier García Moritán, director ejecutivo del Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE). “Hace poco hicimos un taller sobre perspectiva de género en la inversión social privada. Convocamos a algunos de los referentes de fundaciones y empresas miembro que ya están trabajando en acciones propias de sus organizaciones para que lideren un taller autorreflexivo. Y fue muy interesante ver cómo muchas empresas tradicionales y relevantes en materia de inversión social tuvieron una mirada autocrítica y honesta desde los propios dolores hacia afuera y hacia adentro”.

Por su parte, Roitstein señala un desbalance entre la estructura de las compañías y la dimensión de sus proyectos comunitarios: “Creo que hay un problema en el modelo de Responsabilidad Social Empresaria. Hay grandes empresas que realizan pequeñas acciones. Si usaran esas mismas estrategias en sus negocios estarían fundidos. Tengo la sensación de que, en la gran mayoría de los casos, las empresas argentinas hacen checklist: ¿tengo la acción de diversidad?, sí. ¿Es mejor que nada?, sí. ¿Va a cambiar la situación?, ¡no!”.

Por supuesto, abordar proyectos de inversión social más ambiciosos, que además contemplen una dimensión DEI, es algo que muy difícilmente una empresa pueda concretar en solitario. “En el trabajo con las diversidades me parece importante que las empresas se puedan agrupar, para pasar del proyectito aislado a entender cuáles son las necesidades reales”, opina Roitstein y agrega: “Podés articular con los medios de comunicación para hacer campañas, con el sector público… Entender que es un problema que te excede por tu falta de conocimiento, porque te dedicás a otra cosa”.

García Moritán, en su experiencia, percibe que “avanzamos a estadios más colaborativos”. El director ejecutivo del GDFE publicó recientemente el libro La acción colectiva – Hacia un capitalismo de bien público, que justamente apunta a este tipo de modelos: “Empezamos a ver marcos para iniciativas de acción colectiva, capaces de evolucionar el modelo de ciertos impactos más puntuales a la posibilidad de pensar cómo la inversión social privada, junto con políticas públicas y la sociedad civil en su conjunto, puede ser cauce de transformaciones de problemas estructurales”.

Construir con otros es siempre un desafío, por eso es fundamental partir de necesidades y expectativas de los entornos con los que se elige trabajar. “Creo que uno no puede hacer nada si no mapea la situación de la comunidad donde querés actuar. Hacer un mapeo de los grupos de interés, escucharlos, entender cuáles son las necesidades reales y construir una línea de base de cuáles son las problemáticas y definir tus prioridades. Decir ‘yo de esto no sé nada, no puedo transferir a la comunidad lo que no sé hacer’” sostiene Roitstein.

Al respecto, García Moritan destaca que “sería fundamental poder alinear los esfuerzos: tratar de comprender que sólo podemos resolver algunos problemas estructurales si tiramos todos para el mismo lado” y concluye: “Me parece que la innovación legislativa puede ayudar a poner sobre la mesa alguna misión específica, algún desafío, que en materia de diversidad podría ser perfectamente alguna causa que una ciudadanía de una región o ciudad pueda abrazar como prioritaria y, cómo no, hacer que confluyan todas las instituciones para lograr un objetivo superador en ese ámbito”.

Mesa de Acción Colectiva en materia de Discapacidad

“A mí me entusiasma mucho que el Gobierno de la Ciudad esté pensando una nueva política de discapacidad”, señala García Moritán, fundamentalmente respecto de la acción colectiva que supone el proyecto. “En esa mesa no solo participan organizaciones de la sociedad civil, sino también organizaciones internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo, entidades que vienen impulsando algunas experiencias transformadoras. Entonces me parece que están dispuestas la voluntad política, la participación multiactoral y el espíritu para diseñar conjuntamente una misión a la que se pueda llegar colectivamente” destaca.

Según datos de la Encuesta Anual de Hogares (2018), en el 16% de los hogares de la Ciudad de Buenos Aires viven personas con discapacidad, por lo que “es un tema representativo para los habitantes de esta ciudad”, destaca el director ejecutivo del GDFE.

Respecto de la evolución de la mesa recientemente presentada, García Moritán reflexiona que “va a responder al desafío que le compete, si es capaz de estructurar un norte común y un objetivo verdaderamente ambicioso”. Desde el GDFE están ayudando a promover la participación, dar visibilidad y alentar a establecer desafíos superadores para que se construya de manera conjunta una política que sea inclusiva en términos de participación.

Garbarino por ELLAS

Desde la organización que lidera, Roitstein ayudó a conectar a la empresa Garbarino con un conjunto de organizaciones sociales de mujeres de todo el país, como parte de su programa de Responsabilidad Social Empresaria. “Les propusimos una estrategia que se apoye en acompañar la agenda de derechos de las mujeres en Argentina. Mapeamos las organizaciones de la sociedad civil de las provincias que trabajaban con temas de diversidad” explica.

Con la financiación de Garbarino, la organización ELLAS- Mujeres y Filantropía coordinó la selección y entrega de laptops y computadoras a organizaciones de mujeres en todo el país y además se diseñaron espacios de formación tecnológica: “Por ejemplo, para las ONG que estaban en Córdoba articulamos una agenda de capacitación con la Universidad de Córdoba durante tres días”.

“Es bueno para tu negocio y es bueno para la sociedad”, concluye Roitstein: “El lugar donde más recursos en términos amplios se concentra en la Argentina es en las empresas. Creo que todas estas cosas hacen a un país mejor. Son cosas que tienen incidencia en cómo nos tratamos, cómo vivimos, cómo nos relacionamos, cómo construimos proyectos desde la diversidad”.