Cuerpos diversos en el trabajo: desafíos y emprendimientos que abren camino a la inclusión
Por Silvina Alonso
La discriminación laboral por mandatos de belleza impacta desde la contratación hasta el bienestar. ¿Qué buenas prácticas pueden impulsar un cambio real? El testimonio de Anybody Argentina y los casos de éxito de Kalista y Feria Diversa.

Viajar en colectivo, ir al cine o a la universidad; elegir ropa para el trabajo, para una fiesta o para el gimnasio; permanecer varias horas con comodidad en una oficina o compartir un almuerzo con colegas de trabajo son circunstancias que pueden presentar barreras cotidianas para cuerpos que se alejan del estándar hegemónico y para personas con discapacidad. Los estereotipos estéticos siguen generando situaciones de exclusión y marginación en distintos entornos y buena parte de ellos se experimentan en el ámbito laboral.
Al respecto, la presidenta de Anybody Argentina, Mercedes Estruch, afirma que existe una idea de que quienes no cumplen con el estándar de cuerpo imperante es por falta de voluntad o porque no llevan una vida saludable, lo que termina asociado a cuestiones sociales negativas como vagancia, suciedad, desprolijidad o incluso la infantilización que, muchas veces, se reflejan en prácticas discriminatorias en empresas y/u organizaciones.
La primera de ellas ocurre a la hora de contratar personal, bajo el requisito de buena presencia. En muchas compañías se ve un estereotipo de empleado, donde se considera que “la persona productiva es la que hace ejercicio, que es ágil, que puede hacer muchas cosas a la vez y generalmente eso no se asigna a personas con corporalidades no delgadas. ¿Cuántas personas gordas están visibles en las empresas?”, advierte Estruch, en diálogo con Diversa Noticias.
Otras situaciones de discriminación se presentan con los uniformes, cuando replican el estándar de la industria de la indumentaria y no se da la opción de hacerlos a medida; y con sillas, cubículos y otros mobiliarios que no tienen en cuenta corporalidades de distintos tamaños o personas con discapacidad, lo que acaba por generar una gran incomodidad para empleados y empleadas que deben pasar varias horas en ese entorno.

presidenta de Anybody Argentina

La interacción social con colegas de trabajo también puede provocar acciones discriminatorias en momentos del desayuno o almuerzo por conversaciones sobre alimentación y dietas. La titular de Anybody Argentina afirma que estos espacios pueden volverse de mucho control y de señalamiento, y ejemplifica que hay personas a las que le da mucha vergüenza comer o si están atravesando trastornos de la conducta alimentaria, se les vuelve bastante difícil habitar esos espacios porque no se para de hablar de si están gordos, si están flacos, si están yendo al gimnasio o si no van, etc.
Además, los estigmas sobre corporalidades pueden presentar ciertas barreras para alcanzar cargos jerárquicos y eso se advierte mayormente en el caso de mujeres.
Por este motivo, la presidenta de Anybody Argentina remarca que las empresas deberían enfocarse en concientizar y sensibilizar a sus trabajadores sobre diversidad corporal; incorporar mobiliario cómodo para la totalidad; ofrecer una amplia diversidad de talles de uniformes, garantizar promociones por capacidad y no por estética; y modificar el estereotipo de productividad y el sesgo gordofóbico en el área de Reclutamiento de personal.
“Cuanto más equilibrada esté la salud integral de las personas que trabajan en nuestros espacios, mejor va a ser su rendimiento y en espacios creativos creo que es clave tener la mirada más diversa posible porque eso hace comprender al todo que somos como sociedad”, concluye Estruch, que también es socióloga, especialista en DEI y capacitadora.

Emprender desde la historia personal

CEO en Kalista Sports
Samanta Alonso nació en los ‘90 y fue “una niña gorda que siempre hizo deporte”. Al momento de vestirse para entrenar, caía en el conjunto básico azul y negro: “siempre el mensaje implícito de que mi cuerpo no merecía variedad, estilo ni deseo”, recuerda. Esa incomodidad que la acompañó desde pequeña y las ganas de romper con todo eso germinó la idea de Kalista, una marca que empezó diseñando ropa deportiva con variedad de talles y estilos, y ahora también fabrica ropa interior de algodón, una línea urbana para el día a día y prendas de fiesta.
“Poner en marcha este proyecto fue desafiar el sistema textil tradicional, donde muchas veces ni siquiera entienden cómo escalar una prenda más allá del talle L. Pero también fue, y sigue siendo, un acto político: darle lugar a los cuerpos que siempre fueron corridos del centro, construir una marca donde todas las personas podamos vernos representadas y sentirnos potentes tal como somos”, explica.
Para la emprendedora y modelo, “hay una parte de la industria que se resiste a reconocer que la diversidad corporal no es una tendencia, es una realidad. Todavía hay pasarelas, campañas y marcas donde los cuerpos gordos siguen sin tener lugar, o si lo tienen, es desde el tokenismo: una modelo XL para decir que son inclusivos, pero sin modificar estructuras ni talles reales”. Sin embargo, resalta que la moda independiente, los espacios autogestivos, los colectivos de moda con perspectiva de derechos vienen empujando una transformación necesaria.
También resalta que la inclusión requiere redes, trabajo en conjunto y una decisión ética de poner el cuerpo, por lo que genera alianza con profesionales y emprendimientos comprometidos con la diversidad corporal, y desde Kalista y sus otros proyectos como Plus Dolls y Mover Cooperativa impulsa espacios de formación, campañas colaborativas y acciones que promuevan “representaciones reales y dignas de nuestros cuerpos”.
Luego de subrayar que la diversidad corporal es una cuestión de derechos, Alonso invita a no mirarla como una oportunidad de negocio, sino como “una oportunidad de reparación”, pensando en quienes históricamente quedaron afuera y con una inclusión genuina y no solo para la foto. “Escuchen a las personas gordas, a las personas con cuerpos diversos. Denles voz en sus equipos, en sus campañas, en sus decisiones. No hay inclusión real si no nos sentamos en la mesa donde se define qué se diseña, cómo se comunica y para quién se produce”, recomienda a otros emprendedorxs y empresarixs.
¡Para vos sí hay!

Entre fines de 2018 y principios de 2019, en un departamento chiquito sobre avenida Córdoba, surgió Feria Diversa, un espacio que reúne a emprendedores de indumentaria, calzado y accesorios con diversidad de talles. A Brenda Mato se le ocurrió poner en venta ropa que ya no usaba e invitar a dos o tres marcas conocidas. La idea funcionó y unos meses después, para su cumpleaños, decidió repetir en un PH de una amiga con una veintena de marcas: la gente hacía fila en la puerta para entrar.
Luego vino un estacionamiento de Suipacha y avenida Córdoba hasta concluir –post pandemia- en el escenario actual: una cancha de fútbol 5 reconvertida en el espacio cultural Que Tren, en pleno Barrio Chino porteño. Los encuentros se hacen tres veces al año y reúne a unas 40 marcas que no solo hacen talles grandes, sino variedad de ellos. Para participar, deben tener producción propia y nacional, con diseños que lleguen a 150 cm de cadera y a 130 cm de busto como mínimo, y -con un carácter social y político- también se apunta a dar espacio a emprendimientos gestionados por mujeres y personas de comunidades vulnerables. Este “shopping de la diversidad” se hace en una sola planta y los probadores son espaciosos, para garantizar la accesibilidad y comodidad de todas las personas; la entrada es gratuita y no hay obligación de compra.
“Feria Diversa viene a poner una curita en una problemática mucho más grande que hay que seguir visibilizando, porque hay mucho trabajo hecho en todos estos años con el tema de la Ley de Talles y se mejoró muchísimo, pero no somos la solución a esto. Estamos cumpliendo un rol que hoy en día el Estado lo tiene absolutamente abandonado y también la mano invisible del mercado con la excusa de que no venden, cuando hay un montón de estudios que demuestran que cuando se apuesta a la diversidad, las ventas se incrementan”, sostiene Mato, modelo e integrante del Colectivo Gordes Activistas de Argentina.
La organizadora de la Feria asegura que son apenas un puente entre marcas comprometidas con la diversidad corporal, que encuentran un espacio para mostrarse a más público y seguir creciendo; y personas que puedan disfrutar de probarse y comprar todo aquello que les guste sin discriminaciones del mercado y con una sonrisa. “No lo hacemos por marketing, lo hacemos porque confiamos, queremos y necesitamos que esta realidad cambie”, concluye.

