“Todas las personas con autismo pueden trabajar”
Por Stephanie Simonetta
María del Carmen Etman de Gironzi fundó Excelsium Consultora motivada por su experiencia familiar: tiene cuatro hijos que fueron diagnosticados con trastorno del espectro autista (TEA) en diferentes momentos. A medida que ellos crecían, María del Carmen comenzó a notar que había pocos profesionales interesados en trabajar con adultos con autismo, y menos aún en el ámbito laboral. Fue así como nació Excelsium, un proyecto cuyo objetivo es formar a personas con autismo para el empleo, capacitar a las empresas y acompañar desde el proceso de contratación hasta la post-contratación.
La inserción laboral de personas con autismo
“Lo que nosotros hacemos es un trabajo casi de traductorado entre el pensamiento autista y el medio ambiente donde se va a insertar la persona” explica María del Carmen. Cuando una empresa solicita apoyo, desde Excelsium identifican las vacantes y buscan, entre la comunidad de profesionales del área de salud especializados en TEA, a los perfiles adecuados. “Nos reconoce mucho la comunidad y también nos ayuda el hecho de trabajar en alianza con PANAACEA” señala.
Una vez que se realiza la preselección, los candidatos son invitados a un curso de empleabilidad. Esta capacitación, que no solo prepara para el empleo sino también para el desarrollo de habilidades blandas que son útiles para la vida diaria, es gratuita y ofrece certificaciones a medida que se avanza en cada etapa. “Para nosotros es realmente una oportunidad de conocerlos más, de ponerlos en situación de trabajo. Los más maduros estarían listos para ir a la empresa, al entrenamiento del puesto de trabajo” detalla María del Carmen.
En paralelo, Excelsium trabaja directamente con la empresa, realizando charlas de sensibilización tanto para líderes como para equipos. También capacita a los empleados en dos roles fundamentales: mentor y buddy. “El buddy es quien ayuda en la tarea, el mentor es como el traductor social dentro de la empresa. Volvemos a ellos a hablar de cada persona en particular: cómo aprende mejor, cómo se comunica mejor, cuáles son sus dificultades sensoriales si las hubiera”. De esta manera, cuando las personas con autismo llegan al entrenamiento en la empresa, el contexto ya está preparado para entender sus características particulares.
El entrenamiento dentro de la compañía tiene una duración de entre una y dos semanas, durante las cuales se capacita a más personas de las necesarias para que la empresa pueda elegir a quienes mejor se adapten a su cultura y equipo. “A veces sucede que al final de cuentas se quedan con todos. Pero en el caso de que no, esos chicos salen muy preparados para salir a buscar trabajo de manera orgánica” apunta Gironzi.
El proceso de inclusión no termina con la contratación. Excelsium ofrece un acompañamiento que varía según la empresa, pero que generalmente dura al menos un año. Esto asegura que el entorno laboral esté preparado y que el personal reciba la formación adecuada. “Nuestras herramientas son las personas, los apoyos son las personas que están alrededor. Nosotros no podemos estar metidos dentro de la empresa acompañando todo el tiempo y siendo un bastón, sino que tenemos que tratar de capacitar y formar ese contexto para que pueda brindarle a la persona incluida lo necesario para poder desarrollarse en su mejor versión”, sostiene María del Carmen.
Es por eso que la organización mantiene contacto frecuente con los líderes y las personas con autismo, realizando reuniones mensuales con los líderes y semanales con los empleados. Sin embargo, “todos tienen un teléfono que está abierto 24-7 para comunicarse con nosotros por cualquier cosa que surgiera”.
Buenas prácticas de empresas y efecto contagio
En 2019, SAP organizó un Summit pionero en Argentina, invitando a 40 empresas a sumarse a la iniciativa de incorporar personas con TEA al mundo laboral. Sin embargo, el impacto de la pandemia en 2020 frenó los planes de muchas organizaciones, y para marzo de ese año, solo tres empresas seguían adelante con la propuesta.
En 2021, Grupo Sancor Seguros se unió a estos esfuerzos, incorporando personas con autismo en un modelo de trabajo remoto al 100%. Esta modalidad permitió a Excelsium ampliar sus horizontes, empleando a personas de diferentes regiones del país, algo que hasta ese momento había sido un desafío, ya que las oportunidades estaban centradas principalmente en Buenos Aires.
El paso de los años trajo nuevas oportunidades: algunas empresas detectaron que ya tenían empleados con condiciones del espectro autista. Excelsium capacitó a los equipos, evaluó a las personas para entender sus características y necesidades, y aseguró que los puestos se adaptaran a las personas neurodivergentes. Un caso destacado es el de Assurant, donde las charlas de concientización inspiraron a algunos empleados a buscar un diagnóstico formal.
El contagio de buenas prácticas se fue intensificando: Quilmes implementó el programa en Tres Arroyos, marcando la primera experiencia con una fábrica. Empresas como Santex, en Córdoba, también se sumaron, permitiendo incorporar más personas en el interior del país. Al día de hoy, 11 empresas argentinas participan activamente en la inclusión de personas con TEA, un proceso que, aunque de manera gradual, está logrando ampliar sus fronteras más allá de Buenos Aires. Actualmente, además, apuntan a expandirse a otros países de la región.
“Cada vez que aparece un cliente interesado, los conectamos enseguida con los que ya están haciendo la experiencia para que hablen entre ellos y que puedan hacerse la idea real de qué significa llevar adelante el proceso. Grupo Sancor Seguros ha ganado un par de premios con el programa por ejemplo. Vemos que las cosas salen bien, entonces podemos recomendar a cada nueva persona que llega con miedo que hable con los que ya hicieron la experiencia” resalta María del Carmen.
Los desafíos: capacitar a selectores y derribar miedos y mitos
María del Carmen destaca la importancia de que las empresas capaciten en neurodiversidad a los selectores de personal: “Ellos son la puerta de la empresa. Es impresionante lo que pasa cuando capacitamos los selectores, porque la gente empieza a decir ‘ay, con razón, una vez vino una persona así. No me miraba a los ojos. Llegó y me saludó con la mano súper extendida así como para que me quede bien lejos, o me hablaba, pero miraba para otro lado, o hablaba de una manera muy mecánica’. Algunas de todas las características le hizo creer que la persona no estaba apta para el trabajo” detalla.
Otro gran desafío es derribar los miedos y mitos: según explica María del Carmen, la sensibilización sobre el autismo es clave para que la sociedad y las empresas superen las ideas preconcebidas y abran las puertas a la diversidad. “La gente que no tuvo relación con el autismo se queda con estereotipos como los de las películas o de algo que escucharon alguna vez. Por eso hay que derribar los miedos con educación y capacitación”, afirma.
En esta línea, resulta esencial trabajar con líderes para evitar la sobreprotección y la condescendencia: “Si ofrecés un desafío no te anticipes a creer que no va a poder porque tiene autismo, sino que le proponés y ves sobre la marcha si para ese proyecto no funcionó. Si necesitás que pinte de azul y pintó de amarillo le podés agradecer por el esfuerzo, pero la verdad es que lo necesitás azul, no amarillo, decíselo”.
Para eso, es importante centrarse en una comunicación eficiente: “La manera de comunicarse tiene que ser corta, clara y concreta. Luego podemos chequear qué es lo que entendió. Chequear no es decir ‘¿me entendiste?’ sino pedir que cuente lo que entendió” explica Gironzi. Esto tiene un impacto positivo para las empresas: “En general, mejora la comunicación general del equipo: al final de cuentas, por tener que cuidarse en estas cuestiones, todos terminan siendo más directos, más claros, más concretos y se generan mejores climas dentro de los equipos” agrega.
El camino hacia la equidad
Toda la experiencia la llevó a María del Carmen a publicar el libro “Autismo e inserción laboral”: “Lo que pretende es justamente instalar esta conciencia de que todas las personas con autismo pueden trabajar si se lo proponen, necesitarán más o menos apoyos pero pueden trabajar” asegura.
El camino no es fácil: según señala, a nivel mundial el 1% de la población adulta tiene autismo: “deberíamos poder llegar a que el 1% de la plantilla de cada empresa fuera neurodivergente. Pero las empresas toman de a pocas personas”. Sin embargo, desde Excelsium continúan avanzando a paso firme: “Me gusta de que no haya ningún arrepentido, la gente que lo hace fomenta que otras empresas lo hagan. Entonces quiere decir que sí funciona. Y cuando hablas con los jóvenes empleados, les cambia la vida realmente de una manera increíble, con lo que significa la emancipación económica, pero también la dignificación de la persona al sentirse útil, parte de una sociedad, sentir que tiene un lugar en el mundo” relata.
“Soy una agradecida a la vida de las oportunidades que han terminado teniendo mis hijos y me parece que tengo una obligación moral de hacer algo con los que no tuvieron otras posibilidades” enfatiza María del Carmen y concluye: “Yo todo el tiempo creí que ellos iban a poder, entonces siempre los incentivé a nunca pensar que no podían. Y así fue que consiguieron sus respectivos trabajos: todos están empleados en el mercado laboral abierto con un buen trabajo. Siempre digo que empecé por casa y seguí motivando a los jóvenes cuando hablo con ellos, a los padres para que crean en sus hijos y a las empresas que generan oportunidades”.