Entre los silencios y las palabras

Cuando las personas atraviesan situaciones profundamente complejas y dolorosas y logran sobrevivir, no siempre pueden poner en palabra esa vivencia. A quienes sobrevivieron el Holocausto el silencio acompaña gran parte de sus vidas. Algunas personas luego pudieron hablar y otras no, ya fuera por temor a que no les creyeran, a que no fuera de interés lo que tenían para contar, por la angustia de haber sobrevivido frente a otras personas que no y por muchas otras razones.

En este episodio del podcast Speak up Diversidad, Virginia Meneghello entrevistó a la psicóloga Diana Wang, coordinadora de Generaciones de la Shoá, quien escribió el libro “Hijos de la guerra. La segunda generación de sobrevivientes de la Shoá”.

¿Por qué muchos sobrevivientes del Holocausto decidieron no hablar o hablar muy poco sobre sus experiencias?

Una de las cosas que se suele decir, es porque no quieren revivir lo que han sufrido y todo esto. Mira, yo trabajo en psicoterapia hace medio siglo y la gente no tiene ningún problema en contar lo que sufrió. Ese no es el tema. Podés hablar de lo que sufriste. De lo que te cuesta hablar, y te cuesta mucho hablar, es de cuando fuiste humillado. Cuando fuiste avergonzado, cuando hiciste alguna cosa de la que hoy te acusas. Y esto hace muy difícil hablar. Esto hace muy difícil hablar de las reglas de la vida durante la Shoa….

¿Quién quiere escuchar a los sobrevivientes? Cuando recién llegaron y contaban lo que les había pasado, no les creían. “Estos siempre tan exagerados”. No solamente no les creían, sino que había una acusación, a veces explícita, la mayor parte de las veces implícita, de “¿qué hiciste para sobrevivir? ¿A quién denunciaste?” Había una acusación de género. Los hombres eran acusados de traición y complicidad. Las mujeres éramos acusadas de haber entregado el cuerpo de sexualidad. “¿Con quién te acostaste para estar viva?” Entonces todo esto hacía muy difícil hablar.

Leí un trabajo de una socióloga francesa, Dominique Fischer, lo que ella plantea me voló la cabeza. Plantea que el silencio de los sobrevivientes no solo no fue negativo, sino que fue esencial para la continuación de la vida. El silencio aparece como bueno. Al mismo tiempo está el libro de Jorge Semprún, La escritura o la vida. El título lo dice todo. Es él cuando fue liberado por comunista, no la pasó tan mal como los judíos, pero no la pasó nada bien. Decide “voy a escribir todo esto”. Y empezó a escribir y tuvo que dejar. Y dijo “No, no puedo meterme en esto, no lo puedo soportar”. Y dijo que en ese momento tuvo que elegir entre escribirlo o vivir y que eligió vivir. Y 40 años después, lo escribió. El libro es maravilloso. Es un libro estilo Primo Levi. Maravilloso.

Junté todo esto. ¿Y por qué después de 40 años no lo puedo escribir? ¿Qué pasó en esos 40 años? ¿Por qué lo dice? Es condición de vida el silencio.

¿Qué se quiebra en un genocidio? En este caso en la Shoá, pero creo que en cualquier genocidio se quiebra la confianza básica que tenemos todos los individuos en una sociedad y en un Estado que nos soporta, en un Estado, en una sociedad que nos cuida, que nos cura y que nos educa. Y no solamente deja de hacer esto, sino que esa misma sociedad, ese mismo gobierno, ese mismo Estado que debería curarnos, cuidarnos y educarnos, nos quiere matar. Entonces la confianza se fragmenta.

La confianza en esto, en el estamento estado, en el estamento superior, en estamentos sociedad, se fragmenta de tal manera que necesitamos 30, 40, 50 años para recuperar la confianza en la sociedad, para poder hablar. ¿Y esos años 30, 40, 50 de recuperación de la confianza qué son? Pude trabajar, me pude desarrollar, armé una familia. Tuve hijos, tuve nietos. Mis hijos más o menos sobreviven, mis nietos sobreviven.

Ésta es la recuperación de la confianza. Entonces, recién ahí, ese piso fragmentado, resbaladizo y atormentador, volvió a juntarse. Se ven las marcas, se ven las marcas de los pedazos que se juntan. Pero vuelvo a tener la sensación de que puedo pararme sobre el terreno sólido. Y me parece que esta idea que tengo la junté con todo esto que te dije previamente, que esta idea se aplica a situaciones, no solamente a la ayuda. Porque las víctimas de Ruanda, lo mismo, las de Guatemala, lo mismo, las de la dictadura militar argentina también. Fíjate los líos que tenemos con la cantidad de desaparecidos, con lo que pasó con la historia. Seguimos discutiendo todo esto todavía. El piso no está sólido todavía. El piso no está sólido. Todavía no podemos hablarlo entendiendo de verdad lo que pasó. Es decir, estamos muy atravesados por esa desconfianza básica que nos generó aquella situación.

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