Racing actualiza su protocolo contra la violencia de género con enfoque de derechos humanos

Por Stephanie Simonetta

Conversamos con Agustín Ulanovsky, Director del Departamento de Género y Derechos Humanos de Racing Club, y con María Bladimirsquy, asesora en Compliance desde OLIMPIA Consultora, sobre el proceso que está transitando el club para fortalecer su política de prevención de violencias y consolidar una gestión institucional basada en el respeto y los derechos humanos.

Racing Club se encuentra actualizando su protocolo contra la violencia de género, en el marco de su Código de ética. Además de fortalecer el protocolo general, el club busca avanzar en la creación de versiones específicas para distintas áreas: las escuelitas, con un enfoque particular en las infancias; los planteles profesionales, con una mirada adaptada a su dinámica; y el colegio, con sus propias particularidades en el vínculo con estudiantes. Además, esta nueva etapa busca un cambio sustancial en el modo de aprobación: que el protocolo sea validado por la asamblea del club.

– ¿Cómo fue que decidieron encarar este trabajo de la actualización del protocolo contra la violencia de género?

Agustín Ulanovsky (AU): La realidad es que Racing es un club de los más grandes de Argentina, que tiene un impacto en la agenda muy importante. En este mundo de identidades tan fluidas y dinámicas, el equipo de fútbol es una identidad sólida y a la cual se le presta mucha atención. Entonces, desde ese lado, creemos que Racing tiene mucho para aportar y estamos buscando los distintos ámbitos donde podamos hacerlo.

Empezamos hace algunos partidos con una instancia concreta en la cancha, en la previa, invitando a ONGs que puedan difundir el trabajo que hacen: vino Techo primero con una agenda de acceso a la vivienda y Amnistía con el tema refugiados. Vamos a ir invitando a distintas ONGs para que compartan con los socios y los hinchas, y a partir de eso ampliar la mirada a distintos temas de derechos humanos.

En cuanto al protocolo, creemos que permite poner el tema de la violencia de género en agenda, trabajarlo seriamente. Un protocolo sirve para prever a una situación y ser una hoja de ruta: cuando surgen las crisis, muchas veces tenés que aclarar rápidamente, y no hay tiempo de madurar y de pensar la mejor forma.

Pero además el protocolo sirve para reflejar un compromiso institucional, que implica una revisión de varias partes y una aprobación formal. También para ir generando la cultura del respeto por la diversidad y del profesionalismo que hay que tener ante cada situación.

– Parte del trabajo que vienen realizando es enmarcar el protocolo en un código de ética con perspectiva de derechos humanos. ¿Qué significa esto?

María Bladimirsquy (MB): En Argentina existe una Ley de Integridad y Lucha contra la Corrupción que alcanza a todas las personas jurídicas privadas. En ese marco, los programas de integridad cuentan con códigos de ética como uno de sus elementos centrales.

Cuando hablamos de un protocolo específico contra la violencia de género, el acoso o la discriminación, estamos hablando de derechos humanos. El código de ética funciona como una hoja de ruta: establece cuáles son las conductas permitidas y cuáles no, y define los mecanismos a seguir cuando se producen comportamientos contrarios a los principios de la organización.

Desde el Departamento de Género y Derechos Humanos, nuestro objetivo es justamente avanzar en la elaboración de ese código de ética, para ir enmarcando de manera progresiva los distintos postulados. Racing hoy tiene determinados valores que se condicen con todas las actividades que hace.  

Entonces, ¿por qué hablamos de un código de ética con perspectiva de derechos humanos si partimos de que es una agenda para prevenir la corrupción? Porque no entendemos la corrupción si no es asociándola a los efectos que tienen en los derechos humanos.

La idea es que el código vaya tocando tangencialmente los valores del club. Por ejemplo, uno de ellos es la sustentabilidad, entendida como el compromiso con un desarrollo responsable, tanto en lo social como en lo ambiental. En ese sentido, el cuidado del ambiente también forma parte de los derechos humanos, y por eso este valor se vincula directamente con el código de ética y con el enfoque de derechos humanos que guía nuestro trabajo en el departamento.

Otro de los valores fundamentales del club es la inclusión. Eso implica promover la igualdad de oportunidades y actuar con firmeza frente a cualquier forma de discriminación.

También está el valor de la educación: educar en valores significa transmitir cuáles son los principios que el club considera esenciales y por qué no se admiten conductas que los vulneren. En caso de que ocurra una situación así, interviene el tribunal correspondiente.

– ¿Qué tipo de situaciones podrían ser abordadas a partir del nuevo protocolo?

AU: Supongamos que en un partido de fútbol hay un hincha haciendo un gesto racista a un rival. Hoy por hoy los elementos que hay para sancionar a ese socio son pocos. Ahora, si logramos formalizar este proceso, tenemos el elemento formal para ir al tribunal de ética de Racing y eventualmente podremos sancionar al socio y dar un ejemplo restaurador.

MB: Exacto. En la oficina vamos a tener un buzón que busca que las denuncias puedan ser anónimas, que evitan represalias. Entonces, en ese sentido, el código de ética busca institucionalizar y poner en concreto cuestiones que ya contempla el club.

Esto tiene que ir acompañado de capacitaciones, por supuesto, para que todas las personas sepan que existe un código de ética y también conozcan los canales disponibles para realizar denuncias.

AU: Por ahora vamos realizando las capacitaciones de a poco, a demanda, obviamente teniendo claro el norte a donde queremos ir y aprovechando las oportunidades que van surgiendo.

– ¿Qué especificidades contempla el protocolo para los distintos públicos del club?

AU: Más allá de ser un club de fútbol, Racing tiene una actividad social muy importante: tiene un colegio, escuelas de fútbol, de distintos deportes, tiene un plantel en Hockey, en Básquet, tiene tenis, un club social…

Entonces estamos buscando una estrategia que aplique para cada uno de esos ámbitos, entendiendo que lo queremos hacer desde un rol profesional, por eso la gran mayoría de los socios e hinchas que me acompañan del departamento son profesionales, lo que para mí es un salto de calidad.

Apuntamos a volvernos un área de soporte para las necesidades que surjan. Ya hemos recibido consultas y ese es el espíritu: que podamos colaborar y también trabajar de forma preventiva para que el protocolo tenga una consonancia con las situaciones cotidianas que vivimos en el club.

– ¿Se vinculan y generan redes con otros clubes por estos temas, compartiendo buenas prácticas?

AU: Sí, muchos clubes tienen áreas de género y derechos humanos y hemos hecho redes con otros, también participamos de propuestas que otros han hecho.

Entendemos que más allá de los colores que cada uno defiende, hay una agenda compartida y obviamente nos potenciamos juntos. Estamos tomando buenas prácticas de otros, como por ejemplo de River.

MB: Hay muchos clubes que tienen sus protocolos de prevención contra la violencia de género y promovemos que se divulguen porque sabemos que el fútbol es un espacio en el que hay que trabajar muchísimo en estos temas.

Hoy River es el único club que tiene su código de ética en el que marca el protocolo contra la violencia de género y la discriminación. Para nosotros se tratan de buenas prácticas y no es competir por quién llega antes, sino aplaudir que existe un código de ética y difundir qué implica que éste tenga perspectiva de derechos humanos.

– Hoy el Departamento de Género y Derechos Humanos de Racing tiene su propia oficina dentro del club, ¿qué implica esto para ustedes?

AU: Es un lindo desafío: implica contar con un espacio de referencia, un lugar donde estamos presentes y atentos, porque pueden surgir situaciones espontáneamente y tiene que haber alguien de nuestro departamento preparado, con las herramientas necesarias para dar una primera respuesta coherente.

Además, tener una oficina visible es importante porque, por un lado, nos permite mostrar lo que estamos haciendo, y por el otro, también genera una mayor responsabilidad: hay que estar a la altura de esa visibilidad. Lo tomo como las dos caras de una misma moneda.

En lo concreto, significa estar permanentemente a la vista de las más de 1.800 personas que pasan todos los días por el club, es como estar “atajando penales”. Este departamento lo relanzamos hace apenas cinco meses, y hoy sentimos que el club valora lo que hacemos y que la gente también lo reconoce.

Dentro de la oficina instalamos algunos QR para que las personas puedan contactarse con nosotros las 24 horas. También colocamos un buzón para quienes prefieran dejar una nota. La idea es ir generando una dinámica en la que, al menos dos veces por semana, haya un representante nuestro disponible en un horario fijo, para que la gente sepa cuándo puede acercarse. Con el tiempo, la oficina irá tomando vida propia; veremos luego en qué se convierte, pero este paso de visibilizar el trabajo es fundamental.

MB: Sí, y el hecho de que haya un buzón, un código QR o un correo electrónico disponible, y que se puedan hacer denuncias anónimas tiene que ver con lo que mencionábamos antes. El código de ética contempla que existan canales de denuncia accesibles, que permitan reportar situaciones y, al mismo tiempo, proteger a las personas de posibles represalias. Es decir que, si alguien denuncia algo, no tenga que preocuparse por sufrir consecuencias por haberlo hecho.

– En un contexto en el que los hechos de violencia entre hinchas han tomado relevancia, ¿creen importante trabajar sobre prevención de violencias también con este público?

AU: Sí, el hecho más reciente tuvo que ver con nuestro clásico, y lejos de tomarlo con liviandad, lo vivimos con preocupación y con dolor. Las imágenes fueron realmente duras. Más allá de cualquier sanción deportiva, creemos que lo primero es expresar un repudio claro frente a situaciones de violencia.

Dicho esto, como club entendemos que no podemos responsabilizarnos por las acciones de cada una de las 55.000 personas que asisten a la cancha. Pero lo que sí tenemos que hacer es trabajar previamente para promover los valores del club, que van en contra de esas actitudes.

Por un lado, eso implica mostrar esos valores de manera activa: en las redes sociales, en las capacitaciones, en la comunicación institucional. Y por otro, sancionar con firmeza cuando se producen hechos contrarios a esos principios para dar un mensaje ejemplificador.

MB: Hay un paralelismo con lo que pasa en la sociedad: los representantes públicos tienen una responsabilidad sobre el entorno que representan, pero eso no significa que puedan controlar cada comportamiento individual.

Por eso, la clave está en la prevención y en la formación. Cuanto más se capacita, más se fortalecen las herramientas para actuar y prevenir. Y cuando ocurre una situación, lo importante es que la respuesta del club sea coherente con los valores que promueve.

– ¿Qué aprendizajes vienen teniendo en este camino que están transitando?

AU: En lo personal, esta experiencia me atraviesa también desde mi lugar de hincha. Poder aportar a mi club desde una mirada profesional, en un área en la que me formé y que, además, tiene impacto social, es un combo completo.

Creo que, en los últimos años, la agenda de derechos humanos y diversidad se ha enfrentado a contextos más restrictivos, peroaun así hay oportunidades. Lo importante es saber detectarlas y aprovecharlas de manera estratégica.

El fútbol no deja de ser un espacio machista, hay mucho por deconstruir. Entonces creo que no tenés que entrar por la fuerza sino estar atentos a tejer vínculos e ir encontrando oportunidades. Hay que plantear objetivos que sean fáciles de entender. Con esto no quiero decir bajar la bandera, sino ser estratégicos con la mirada. MB: Al igual que ocurre con las empresas, a veces hay sectores que cargan con cierta mala prensa cuando se habla de derechos humanos. Por eso es fundamental actuar con estrategia e ir incorporando la agenda de manera gradual, pero firme.