Altas capacidades: “No conocer tu potencial te hace creer que tú eres el problema”

Por Stephanie Simonetta
La Fundación Altas Capacidades Chile busca visibilizar esta condición, crear redes entre familias e impulsar cambios legislativos. En conversación con Diversa Noticias, sus fundadoras reflexionan sobre los desafíos que enfrentan las personas con altas capacidades, desde la infancia hasta la vida profesional.
La Fundación Altas Capacidades Chile nace por la necesidad de las familias de niños y niñas con altas capacidades de encontrarse y apoyarse, “en el fondo, de sentir que no estamos solos” precisa Tamara Ferj, una de las fundadoras y máster en altas capacidades y desarrollo del talento. Por eso, la organización busca “formar comunidad y acoger familias y personas que no sabían que existía esta condición” señala.
“Al no haber profesionales formados ni en salud ni en educación, todos nosotros criábamos en solitario, desde el desconocimiento y en los falsos diagnósticos” explica Luciana Sutovsky, fundadora, diseñadora y diplomada en altas capacidades, y resalta: “Entonces este espacio surge porque nos dimos cuenta de que las familias nos necesitábamos para compartir ideas, información, datos. Luego dijimos: ‘los cambios tienen que ser profundos, tenemos que modificar la Ley de educación’”. Así es que actualmente se encuentra en discusión un proyecto de ley que contempla las necesidades específicas de los niños y niñas con altas capacidades en Chile.
¿Podrían contarnos más sobre el proyecto de ley presentado actualmente ante el Congreso chileno?
L: Actualmente la Ley en Chile, si bien cuenta con un decreto que plantea la inclusión escolar, no reconoce las dificultades que están implícitas en las altas capacidades. Los niños con altas capacidades tienen necesidades específicas de atención y requieren adecuaciones específicas. Y como no se habla de altas capacidades, no hay profesionales formados. Entonces, incluso cuando el colegio entiende la temática y hay docentes comprometidos, no saben qué hacer porque nadie les enseñó, porque no hay políticas públicas. Por eso necesitamos que la Ley hable de altas capacidades, para que podamos tener una atención como corresponde.
Además la Ley es explícita en cuanto a la edad mínima que se puede tener para estar en un ciclo y no permite que una persona menor a esa edad esté en otro momento de la escolarización. Entonces, la aceleración, que es un recurso que se aplica en muchos lugares del mundo muy exitosamente, en Chile no es viable. Hay una resistencia muy grande en el ministerio y ponen todo el énfasis en la preocupación socioemocional del niño por estar en un grupo etario que no le corresponde, sin conocer el impacto verdadero que tiene para una persona de altas capacidades estar en un entorno sin estímulos y cómo eso le dificulta además la sociabilización.
T: También está el mito de que como aprenden rápido van a estar súper bien. Y la verdad es que hay una alta tasa de deserción escolar porque el sistema educativo no da respuesta a las necesidades que tienen.
L: Se suele creer que altas capacidades es igual a alto rendimiento académico, cuando hay muchos perfiles que fracasan escolarmente porque hay un modo de entender y percibir la realidad que no es la típica, por eso se habla también de una neurodivergencia. Y al no encajar en un sistema que es rígido y que está preparado para una mayoría, pero no para todos, eso impacta negativamente sobre ellos.
¿Qué otros mitos a desmentir existen sobre las personas con altas capacidades?
T: Uno es creer que a las personas con altas capacidades se les tiene que dar bien todo y les tiene que ir muy bien en todas las áreas, cuando la evidencia dice que puede haber personas que destacan en ciertas áreas pero no necesariamente en otras.
L: Otro es que el coeficiente intelectual (CI) es lo único que determina las altas capacidades y que el CI 130 es el que lo marca. Eso también se ha dejado atrás a lo largo de los años de estudio: se entiende que es un indicador, pero que está acompañado de características socioemocionales que son tanto o más importantes.
T: También es importante saber que las altas capacidades están presentes en forma transversal en toda la población, sin importar la condición social, etnia, género. Los estudiantes con altas capacidades están en todos los colegios, son un 10% e incluso algunos autores hablan de un 15% de la población.
L: Otro mito es que “este niñito sabe mucho porque usted lo estimuló demasiado”, cuando habitualmente lo que ocurre es que aprenden espontáneamente y somos los papás los que tenemos que seguir el ritmo de su curiosidad insaciable acompañándolos.
En general se habla sobre la situación de niños con altas capacidades, pero ¿qué sucede en la adultez?
L: Nos hemos enfocado mucho en niñez y juventud porque todo esto partió de nuestras experiencias personales acompañando a nuestros hijos, pero en realidad con el correr de los años también hemos reconocido la tremenda necesidad que hay en la adultez, en especial todo el rango universitario y de adultos jóvenes que están recién empezando su formación profesional.
T: No conocer tu potencial, sentir que tú eres el que no encaja te hace creer que tú eres el problema. Hasta que llega el momento de la identificación y puedes mirar para atrás y decir “esta es la respuesta a lo que pasaba conmigo, porqué era tan sensible, porqué era tan impulsiva, porqué era tan intensa en mis emociones”. Y llega un momento en que te miras, te abrazas, te perdonas y sigues adelante, miras hacia adelante de otra forma.
Entonces también es importante mencionar que hoy hay varias familias con adultos haciendo identificación. Las psicólogas dicen que hoy se están haciendo muchas identificaciones en adultas mujeres. Muchas veces las familias llegan a nosotros por el niño varón, porque al niño le ven la inteligencia y el niño es el que reclama y se frustra en el colegio porque está aburrido. Como pasa con varias neurodivergencias, las niñas tienden a enmascarar sus capacidades para pertenecer socialmente. Por eso hoy hay una gran cantidad de adultas que recién hoy se están identificando.
L: Muchas veces entre las personas con altas capacidades hay una sensación de demasiada conciencia sobre todo lo que falta por saber y todo lo mejor que se podría hacer y también eso hace que las mujeres sientan el síndrome del impostor.
¿Qué impacto pueden tener las altas capacidades sobre el desarrollo profesional?
L: Muchos niños y niñas con altas capacidades crecen y se desarrollan sintiendo que son raros, que hay algo que no está bien con ellos. En muchos casos desarrollan cuadros ansiosos que luego derivan en cuadros depresivos. Y como no se identificó la causa, pasan por montones de tratamientos y terapias que también van repercutiendo en su desarrollo afectivo.
También les cuesta definirse vocacionalmente, porque a veces son buenos para muchas cosas pero como se han desarrollado en un entorno educativo donde no han tenido desafíos, no desarrollan hábitos, por ejemplo. O les cuesta desarrollar el trabajo en equipo porque van a otro ritmo y tienen otra manera de pensar las cosas. Entonces cuando salen del colegio y tienen que tomar, por ejemplo, una decisión vocacional, es muy difícil.
Muchos de ellos han fracasado escolarmente y sienten que no sirven para nada, que son pésimos alumnos. A veces hay una doble excepcionalidad más difícil aún: a lo mejor por el enmascaramiento no se detectó la alta capacidad, o por el enmascaramiento no se detectó que hay una dislexia por ejemplo.
Y así tenemos gente que cambia de carrera muchas veces. O que se aburren en los lugares de trabajo, tienen muchas veces jefaturas que encuentran que no son modelos, o desafíos que no están a la altura. Las personas con altas capacidades son muy argumentativas. Todas las cosas tienen que tener un sustento detrás, una razón de ser. Si eso no existe, si es arbitrario, eso puede generar roces entre los compañeros o con la autoridad.
T: También se da que las personas con altas capacidades están constantemente buscando desafíos y por eso se dan cambios de trabajo frecuentes cuando se desmotivan o no encajan socialmente con el resto del equipo. Sienten que piensan distinto, o que no participan de las conversaciones de ascensor o de pasillo por ejemplo. Muchas de esas personas después deciden incluso crear sus propios emprendimientos y trabajar solos, prefieren eso antes que intentar encajar en un sistema en el cual no hubo forma.
¿Qué buenas prácticas se podrían desarrollar desde los espacios de trabajo?
T: En primer lugar no verlo como obstáculo, centrarnos en las cualidades que pueden aportar al equipo. Apelar también a entender que todos somos diversos. Hoy se está hablando de altas capacidades, muchas personas se están identificando, se está hablando también sobre neurodivergencias. Parte del cambio es formarse, leer, informarse, desarrollar la empatía para hacer sentir que todos tenemos un espacio en el mundo. L: Es importante la flexibilidad, considerar que en algunos casos hay aspectos sensoriales y emocionales que pueden impactar mucho, o rigidez que puede jugar en contra. Si tú conoces un poco cuáles son las reacciones, sabes que si viene una persona y te dice “yo creo que esto podría hacerse mejor” no es un cuestionamiento a la autoridad, sino que su creatividad le está diciendo “¿Podría hacerse mejor? ¿Te ayudo? ¿Lo hacemos?”. Cuando hablamos de empatía suena súper bonito, pero en la práctica cuesta convivir con un compañero muy exigente o muy perfeccionista. Nadie dice que sea simple. Uno tiene que reconocer la cantidad inmensa de cosas en común que tenemos todos y la cantidad de cosas que nos hacen diferentes. Cada espacio que se abre como inclusivo nos beneficia a todos.