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Inclusión con enfoque: Daniela Aza explora desafíos y logros en empresas desde la discapacidad en Argentina

La comunicadora y referente en discapacidad analiza la actualidad de la agenda y los temas que aún quedan por trabajar en nuestro país.

Por Daniela Aza

Uno de los más grandes desafíos actuales es la apuesta de organizaciones y empresas a trabajar en pos de la diversidad e inclusión. Los debates e intercambios vigentes, el cada vez más fuerte movimiento de grupos sociales que reivindican sus necesidades y derechos, así como mayores canales mediante los cuales pueden ejercer estas demandas, no dejan otra salida que la transformación.

Más allá de una tendencia que crece con el mayor compromiso social hacia una sociedad más equitativa y respetuosa de la diversidad, la inclusión es un negocio y como tal rentable, en tanto un entorno laboral abierto y diverso no solamente promueve un clima organizacional positivo sino que contribuye a construir una empresa más competitiva que le hable a más personas y, por ende, a más consumidores.

Sin embargo, todavía hay un largo camino por recorrer que se evidencia, por ejemplo, cuando hablamos de la inclusión de personas con discapacidad tanto en el equipo laboral como formando parte activa de la comunicación externa. Aún hoy las empresas y organizaciones están lejos de creer en las ventajas y virtudes que traen los equipos diversos e inclusivos a la rentabilidad como la mejora de la imagen positiva, atracción de talentos, mayor cantidad de consumidores potenciales, mayor sentido de pertenencia de los trabajadores, menor ausentismo.

Los mitos que rodean a  la discapacidad son muchísimos y todos ellos vienen de un imaginario histórico que tienen que ver con pensar y concebir a la persona con discapacidad desde la falla y no desde la diversidad, como ahora tratamos de impulsar. Esta perspectiva aún vigente está vinculada al modelo médico que concibe a la discapacidad como una falencia de la persona, algo a curar. De ahí que sean comunes expresiones como “pobrecito” porque esta mirada viene de una concepción basada en la lástima y compasión. Cuando el modelo médico atraviesa la vida cotidiana genera muchísimos mitos y tabúes, por ejemplo, pensar que la persona “no puede” un montón de cosas, la infantilización que implica concebirla como “eterno niño/a” (no trabaja, no consume ni es cliente, necesita a otros para tomar decisiones, no tiene pareja o relaciones sexuales).

También, relacionado al género existen muchos mitos: la mujer con discapacidad no es madre, no va a acceder a servicios de salud sexual y reproductiva. Todo esto construye la base de los obstáculos y barreras que enfrentamos en la vida cotidiana, así como la falta de apoyos, y asienta una forma de concebir a la persona desde la dependencia, lejos de la autonomía y vida independiente. El mayor obstáculo hoy en día es concebirnos desde la falla y no desde la diversidad.

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