Mujeres huerteras: empoderamiento rural en la Patagonia Norte
Fundación Cruzada Patagónica y Camuzzi unen esfuerzos para fortalecer la autonomía económica y productiva de mujeres rurales.
“En ámbitos laborales típicamente masculinizados, como lo es en gran medida el trabajo productivo rural, nuestro desafío es profundizar la apropiación de saberes de producción agrícola de pequeña escala en mujeres, de manera integral” señaló Glenda Cohen, Coordinadora de Desarrollo de Fondos de Cruzada Patagónica y detalló: “Esto es: que las mujeres puedan conocer, realizar con sus propias manos y así aprehender los procesos productivos a su alcance, sus potenciales económicos y alimenticios. Desde la planificación del calendario de siembra, y el abonado y preparado de la tierra hasta la construcción de invernaderos, cuidado, cosecha, preparados y comercialización”.
El paraje rural Río Chico, epicentro de esta iniciativa, se encuentra a 170 km de Bariloche. Con apenas 250 habitantes y un acceso complicado debido a su camino de ripio y el río que lo rodea, enfrenta desafíos de aislamiento tras tempestades o heladas. Sin embargo, su belleza natural, su perfil productivo y el espíritu emprendedor de sus pobladores la convierten en una zona con gran potencial.
Gracias al trabajo articulado en el territorio, en 2023 Fundación Cruzada Patagónica y Camuzzi comenzaron a desarrollar la primera edición de la iniciativa Mujeres huerteras. “Nos propusimos promover la educación y el emprededurismo en y para el campo y, al mismo tiempo, reposicionar a la mujer a la lógica de producción para que los hombres no sean vistos como los únicos proveedores posibles”, explicó Virginia Ferrer, Jefa de Relaciones Institucionales de Camuzzi. De esta manera, empresa y organización social trabajaron en conjunto para “reducir la brecha de género brindándoles a las mujeres las herramientas para mayor autonomía económica y productiva”, apuntó Cohen.
Para eso, resultaba fundamental valorar el conocimiento local: “Las protagonistas eran ellas, y se procuró siempre poner en valor los conocimientos existentes, la sabiduría comunitaria, tradicional y hasta ancestral que traía cada participante” destacó Cohen. En este sentido, el programa también contó con dos visitas por parte de estudiantes de las escuelas agrotécnicas de la Fundación: “Esto fue una experiencia importantísima tanto en la educación de los jóvenes como en la dinámica de las mujeres huerteras. La cooperación intergeneracional enriqueció para todos/as el trabajo colaborativo, el intercambio de conocimientos, y la valoración por la identidad rural” resaltó la especialista.
Impacto y perspectivas
Si bien resulta difícil cuantificar el impacto profundo y perdurable que el programa tuvo en cada una de las 17 participantes iniciales, los resultados son prometedores. Cohen sostuvo que “la participación fue sostenida durante todo el año, los resultados de cosecha fueron buenos y los productos elaborados a partir de la misma cuentan con una calidad impecable, listas para la comercialización”.
Y aunque las variables exógenas, como las distancias, condicionarán siempre cierto alcance, la evaluación que realizan es muy positiva: “Durante el proceso cada participante fue fortaleciendo su confianza en sí misma, y la curiosidad por mejorar los procesos y ponerlos en valor. Un impacto más difícil de medir, pero visible también, fue la valoración grupal, la red que se fortaleció entre ellas” remarcó Cohen.
“Este tipo de redes no solo permite afianzar lazos, compartir conocimientos y experiencias, sino que además generan apoyo emocional y motivación, claves para el empoderamiento de cada participante” agregó Ferrer.
El éxito de la primera edición ha llevado a la expansión del programa a seis nuevas localidades este año. “Después de la experiencia enriquecedora en Río Chico, realizamos una evaluación conjunta entre Camuzzi y Cruzada Patagónica y decidimos dar un nuevo paso replicando el mismo formato en Neuquén, de modo de continuar ampliando el alcance de la iniciativa” explicó Ferrer. Además, comenzaron a trabajar en articulación con la escuela de formación profesional de la fundación, lo que permitió que los certificados de participación cuenten con el reconocimiento del Ministerio de Educación de Neuquén.