Conducir hacia la equidad: Grupo Mitre incorporó sus primeras conductoras de camiones

En un sector históricamente masculinizado como la construcción, Grupo Mitre lleva cinco años promoviendo la inclusión de mujeres en roles operativos dentro de sus obras, y este año incorporó a las primeras dos mujeres conductoras de camiones.

El avance no se limita a contrataciones: el enfoque integral de la compañía incluye talleres de capacitación sobre género, sesgos y estereotipos, un canal para denuncias y una política de tolerancia cero frente al bullying, el acoso y cualquier comportamiento discriminatorio.

En Argentina las mujeres representan menos del 5% en roles operativos dentro del sector de la construcción y, en el ámbito de la demolición, la presencia femenina en puestos como el de chofer de camión es incluso menos habitual” explicó Miguel Ippolito, Director de Gestión de la compañía. Cuando identificaron que el puesto de conductor estaba tradicionalmente ocupado únicamente por hombres, decidieron adaptar sus búsquedas laborales, utilizando un lenguaje más inclusivo.

Para promover la permanencia y desarrollo de las mujeres, Grupo Mitre se enfoca en brindarles mismas oportunidades de crecimiento: “Nuestro objetivo es que cada mujer en nuestra empresa se convierta en una referente y especialista en su rol, con un desarrollo profesional sostenido” destacó Ippolito.

Las protagonistas

Natalia Verónica Funes

Las conductoras Natalia Verónica Funes y Mónica Sandoval son testigos del impacto de estas políticas inclusivas. «Siempre me gustó viajar, y cuando comencé a trabajar en Grupo Mitre me sentí muy bien recibida. Valoro mucho los detalles que tienen en cuenta, como la ropa adecuada y el baño individual. Es una experiencia muy linda, y estoy feliz de ser parte del equipo» expresó Natalia.

Por su parte, Mónica compartió su historia de perseverancia y aprendizaje:

Mónica Sandoval

“En mi familia, siempre hubo alguien trabajando en camiones: mis abuelos, mis tíos y mi padre de crianza estaban en el rubro de camioneros, y desde pequeña los admiré. Era una de mis materias pendientes en la vida. A los 14 años, mi madre me enseñó a manejar, y mi padre de crianza me dio la formación necesaria. Hace tres años decidí cumplir mi sueño y convertirme en camionera. Hablé con mi hija, quien me apoyó, y con mi primo, quien me capacitó en viajes al sur, San Luis y Santiago del Estero. Fue un proceso difícil, pero nunca dejé de intentarlo. A las mujeres que quieran subirse a un camión, les digo que lo hagan. Este trabajo tiene sus desafíos, pero también es una muestra de igualdad: hacemos lo mismo que los hombres”.