Zoomadoras: una organización que construye equidad

Por Fernando Villalba

La construcción, sector tradicionalmente masculinizado, todavía se enfrenta a desafíos como reducir la brecha de género, derribar estereotipos y generar oportunidades para mujeres y diversidades. En ese contexto, Zoomadoras – Mujeres que construyen avanza contra todos los obstáculos como una topadora.

Al día de hoy, según un informe del INDEC, “no se llega ni al 5% de participación de mujeres” en el rubro de la construcción, y, de ese porcentaje, no se sabe “cuántas de ellas son ingenieras, arquitectas u otra ocupación”, señala Belén Prosman, Directora de Operaciones de Zoomadoras – Mujeres que construyen, una organización que destina sus recursos a la misión de ampliar el acceso para las mujeres en el rubro de la construcción.

En ese contexto, con un impacto nacional y un equipo de menos de 10 personas, Zoomadoras lleva ya más de 1.000 mujeres de todo el país formadas en albañilería, pintura, electricidad, colocación en cerámicos, sistema Retak, plomería y otros, trabajando sobre tres ejes integrales: la concientización, la formación y la empleabilidad.

Belén Prosman es el mejor testimonio para descubrir cómo esta organización llegó a tener tanto alcance, qué acciones llevan adelante y cuáles son las alianzas que lograron establecer en el curso de los años: “Al principio la organización Vamos a Zoomar, impulsada hasta el día de hoy por Techo y Familia Bercomat, tenía un perfil más de emprendedores sociales, o sea, se enfocaba en visibilizar historias, experiencias de trabajadores. Pero ya van a ser cuatro años que, como la mayoría de los aliados eran del rubro de la construcción, nace el programa de ‘Mujeres que construyen’, que pasó a ser el corazón de la fundación”.

“A diferencia de otros rubros, nosotros no venimos con un manual -tampoco una especie de know how de otras organizaciones-, sino que estamos generando la primera experiencia, incluso a nivel nacional”, afirma Belén. Por eso, “creemos que para que esto funcione, tienen que estar presentes los esfuerzos de los tres sectores: el público, el privado y el tercer sector”.

En lo que respecta al privado, toman como referencia a Familia Bercomat, pero también incluyen a las arcas nacionales más importantes del rubro. Por parte de lo público, dice: “Ojalá este proyecto no tuviera que existir y que se transforme en una política pública. Que se aliente a contratar mujeres trabajadoras, incluirlas en sus proyectos y obras.  Siempre a la par los tres sectores, porque si una de las patas está floja, no vamos a lograr un cambio que implique progreso sostenido y a largo plazo. O sea, la formación va a ser siempre útil, porque se puede aprovechar para mejorar la casa o un empleo autónomo, pero quedás a la suerte de si podés entrar a una empresa o formar parte de una cooperativa o una cuadrilla”.

Primer paso: estereotipos vs la realidad

Culturalmente, se cree que “la mujer por fuerza, por cuidados, no se va a exponer a la construcción y, en realidad hoy, cada convocatoria que sale en una semana explota de más de 500 personas. Entonces no se condice con los estereotipos de género”.

“Antes, por ejemplo, no veíamos mujeres taxistas o bancarias, y nosotros estamos intentando promover la participación en este espacio, como a otras mujeres les tocó hacerlo en otros. Necesitamos, también, ir de a poco con todas las comunidades para que vivamos en una sociedad realmente más justa, más igualitaria. Cada nicho necesita un acompañamiento personalizado para poder integrarse de la mejor manera”, señala Belén.

Para concientizar, “tenemos una muestra que llevamos a espacios públicos, culturales y legislativos, y un spot publicitario que pasamos en conversatorios”, entre otras acciones, detalla.

Segundo paso: la formación

Esta parte es llevada adelante “con prioridad en lo más nuevo de la industria, como la construcción en seco, que permite que la obra sea mucho más limpia y sustentable, a diferencia del ladrillo convencional, que es lo más típico”.

“Por ejemplo, nuestra diplomatura en auxiliar en construcción en seco está avalada por la UNNE (Universidad Nacional del Nordeste), una de las más importantes del país, y por ConsulSteel y Barbieri, que son las empresas líder del mercado en Argentina”, cuenta Belén, y reflexiona: “Hay un montón de vicios en la vieja construcción con los que la mujer con nuevos conocimientos puede hacer un match perfecto”. Y se refiere a la mejora del rubro en general, puesto que la inserción de las mujeres en la construcción “no solo genera mayor igualdad, sino también trae consigo mayor productividad y mejores condiciones laborales”.

En ese sentido, explica que “no queremos que ni un hombre ni una mujer cargue una bolsa de cemento de 50 kilos, no nos parece salubre para nadie. Lo que la mujer realmente aporta al rubro también es una mejora de la industria, que va mucho más allá de la brecha de género”. Lo cierto es que esta cuestión también tiene que ver con la idea que se tiene, socialmente, de la industria como algo informal. Algo contra lo que Zoomadoras trabaja con sus formaciones, que ya ofrecieron en Buenos Aires, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Misiones y Santa Fe.

“Nos contactan de todos lados, del Sur, de todas las regiones, pero no podemos hacer capacitaciones masivas por más que queramos, es peligroso poner a 100 personas en una obra chiquita. Las chicas siempre trabajan en una obra comunitaria, o sea que dejan un legado con su práctica, por ejemplo, la salita de salud, un centro comunitario, un jardín de un barrio. Todo eso nos limita a no más de 40 personas por curso, porque también tiene un costo muy alto. A cada alumna le entregamos su kit de seguridad e higiene, como gafas, cascos, guantes…” detalla.

Tercer paso: la inserción laboral

“Si esas 1.000 mujeres no tienen ese nexo que necesitan para trabajar, se genera un efecto embudo. Y si encima no hacemos que la sociedad tome conciencia de la importancia de la inclusión, también queda flotando en el aire”, señala la integrante de Zoomadoras.

Entonces, “acompañamos a las chicas en ciclos que apuntan a cómo hacer un CV, cómo sacar un presupuesto en obra, qué tener en cuenta, temas como seguridad e higiene”.

Para impulsar la inserción laboral de estas mujeres que terminan los cursos, es indispensable sostener alianzas. Además de las ya mencionadas, Belén cuenta que, en algún momento tuvieron apoyo de la Embajada de Países Bajos, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y que, desde el primer día, contaron con ONU Mujeres. Por otro lado, Grow – Género y Trabajo, Saint-Gobein, Cerro Negro, Cementos Avellaneda y Grifería de alta tecnología también trabajan con ellas.

Como bien enfatizó la Directora de Operaciones, el lugar de las mujeres en el sector de la construcción solo podrá ser logrado y sostenido con la unión de las tres fuerzas. En tanto, Zoomadoras ya hace su parte.