¿Te suena esta afirmación? Seguramente vino a la mente la canción de Shakira junto a BZRP en su Music Session 53, titulada las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan. Sobre la primera parte de la afirmación no estamos tan seguras si es así, pero la segunda parte es un tema para debatir. “Las mujeres facturan. El dinero también es cosa nuestra” es el segundo libro de la artista y autora española Yolanda Domínguez.

En el último episodio del podcast Speak up Diversidad, Virginia Meneghello conversa con ella sobre la relación con el dinero que las mujeres tienen, donde se desafían leyes culturales invisibles en las cuales fueron socializadas.

Éste es un libro donde vas reflexionando en primera persona y hay una imagen en un determinado momento que compartís, que tiene que ver con tu abuela haciendo el puchero y revolviendo en la olla. Al momento en que estaban todos en la mesa ella servía a todos y era la última. Y muchas veces no solo era la última, sino la que se quedaba tal vez con una porción más pequeña. Y frente a alguna pregunta que vos hacías porque ella no era quien en primera instancia se servía, como que no quería escuchar eso.

Y la reflexión es cómo a través no solamente de la palabra, sino de las imágenes, las mujeres vamos aprendiendo a que está bien relegarse, que eso es parte, hasta te diría como de un valor. Vos hablás de reeducar el cerebro, ¿cómo lo hacemos Yolanda?

Si solo tenemos un tipo de referentes para mujeres, un tipo de referentes para hombres, es algo que nos va a limitar y por lo tanto necesitamos ampliar ese imaginario con más modelos. No quiere decir que esos no sean válidos, significa que son muy pocas opciones para ser y para construirnos.

Y has empezado hablando de ese ejemplo de la abuela que al final no deja de ser un referente de mujer en nuestra familia, al igual que lo es nuestra madre. Y esos referentes que forman parte de nuestra educación, de nuestra socialización primaria y que son tan importantes porque pertenecen casi a nuestras raíces y a lo que damos más credibilidad son nuestros modelos más importantes.

Hemos estado escuchando muchas veces cómo no podemos hacer casi nada sin esa aprobación maternal, que aunque seamos muy diferentes, en el fondo la seguimos necesitando. Y lo que has visto en tu casa, esa idea de que las mujeres siempre se ponían en último lugar o se ponían el trozo más pequeñito de comida o el que estaba mal, pues te va inculcando esta idea de que tienes que aspirar a poco, ocupar poco, no pedir mucho, ser muy generosa. ¿Y qué consecuencias tiene eso? Pues hay un estudio que cito en el libro que realizan otorgándole una cantidad de dinero similar a hombres y a mujeres. Pues viendo cómo funcionaba el cerebro en ambos casos y cuando las mujeres compartían ese dinero, el cerebro, las gratificada. Y cuando los hombres se lo guardaban, pues el cerebro les ratificaba. Y esto no responde a una diferencia biológica, sino a una adaptación cultural, al contexto. Así que todos esos ejemplos que tenemos desde pequeñas, van fraguando el comportamiento que vamos a tener el día de mañana.

¿Cómo podemos reeducar el cerebro? Pues es muy complicado, a base de primero darse cuenta de una manera racional de que ese comportamiento que estamos realizando para agradar y para ser aceptadas y queridas no necesariamente nos beneficia. Yo creo que este libro va mucho de darse cuenta de las cosas, de tomar conciencia y luego pues poco a poco esto es una cosa que yo creo que hay que ejercitar día a día, porque claro, si tú llevas 40 años comportándote de una manera, es una forma de ser que no vas a cambiar de un día a otro, ¿no?

Yo siempre digo que también el cambio tiene que ser algo muy coral, muy de muchos ámbitos, porque el esfuerzo que tú puedas hacer a nivel individual pues es muy difícil si no va acompañado, pues eso de un cambio de referentes en los medios, en las familias, en los juguetes, por ejemplo, que es un sector en el que también incido esos juguetes que ya nos preparan para los cuidados, porque en las cajas de cuidados no hay ni un solo niño, por ejemplo, son todo niñas. Ya tenemos como un camino muy marcado.

Yo creo que la idea de cuidado, quizás algo que se puede trabajar es extenderla hacia nosotras mismas, porque los cuidados siempre son para otras personas y no incluimos en esa idea del cuidado a nosotras. El dinero tiene que ver con los cuidados también, porque es optar a tener una mejor salud, a poderse pagar un tratamiento sanitario, a comer mejor, a tener ocio de calidad. Así que bueno, hay muchas pequeñas cosas que se pueden trabajar, pero insisto que el esfuerzo tiene que ser coral desde muchos sectores, no solamente individual.

Te quería traer una frase de una mujer política importante en Argentina, que la podríamos ubicar dentro del grupo de las primeras sufragistas en Argentina, que es Julieta Lanteri. Y ella tiene una frase “Nadie nos regalará nada. Por eso hay que salir a buscarlo, a conquistarlo. Las mujeres esperamos a que nos reconozcan. Ya van a ver todo lo que yo estoy haciendo. Entonces no salgo a pedir porque casi como que está mal visto”. ¿Qué podemos hacer?

Asumir que no van a venir, no van a venir a buscarnos y menos ahora, en plena era de las redes sociales, de la autopromoción del LinkedIn y de la sobreexposición constante. Bueno, todo viene de esta cultura heredada de las princesas que esperan a que venga el príncipe, a rescatarlas. Siempre en la cultura hemos sido las mujeres que esperan. Me acuerdo de esos cuadros de Hopper, donde hay mujeres mirando por la ventana y tristes y abatidas en una habitación esperando. O las mujeres que esperan a que llegue el marido de trabajar o las mujeres que esperan a que les pidan salir.

Lo hemos aprendido y es lo que solemos hacer, porque si somos nosotras las que salimos o somos nosotras las que pedimos, puede que nos penalicen por eso de no estar dentro del patrón que se espera.

Pero hay que cambiar esta idea, hay que empezar a pedir. Y fíjate, yo una cosa que he aprendido también con este libro es que cuando pides cosas, oye, que te dicen que sí y de repente dices oye, que he estado yo todo este tiempo esperando y la de cosas que me he perdido por no pedirlas. Era tan sencillo como esto y nadie me lo ha dicho. Fíjate qué cosa más tonta, ¿no?

Así que hay que practicar, porque claro, además hay muchas, muchas probabilidades de éxito. Nos vamos a venir arriba y vamos a empezar a pedir mucho más. Y puede que lo cojamos el gusto y que bueno, esto sea un no parar. Pero sí hay que hay que ponerse en valor, hay que pedir. Y bueno, hay que también saber apreciar cuando nos dicen algo bueno, que esto es una cosa también muy de las mujeres, de quitarnos importancia enseguida. No hay que quitarse méritos. Cuando alguien te felicita por un logro no hay que decir uy no, o ha sido suerte o no decir oye, gracias. Claro, porque reconocer tu logro es reconocer los logros de otras mujeres también, ¿no? El hecho de que tú digas “Bueno, pues sí, me lo merezco, lo he hecho bien” hará que a las otras mujeres también sea visible ese logro, ese éxito y se ponga en valor.

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