La dictadura del amor propio sobre positivismo tóxico, autoestima y salud mental
Tantas frases están acuñadas en el imaginario colectivo como supuestamente “frases positivas” que consumimos, repetimos y hasta creemos en ellas. Al analizar muchas de estas frases se evidencia el positivismo tóxico en el cual estamos embarcados, donde existe una responsabilidad individual por no estar en el lugar deseado y creer que con solo desearlo es suficiente, o que no lo deseamos tanto y por eso no llegamos.
En un nuevo episodio de Speak Up Diversidad, Virginia Meneghello conversa sobre positivismo tóxico, autoestima y salud mental y sobre cómo pasar de la conciencia individual a la búsqueda de soluciones colectivas junto a Nerea Ugarte López, psicóloga, experta en equidad de género y salud mental de las mujeres y autora de cuatro libros.
A los estereotipos, los roles de género, mandatos culturales, ahora se le suma la imposición del amor propio. ¿Cómo podemos salir de eso?
Creo que una de las cosas a priori principales antes de cómo salir de eso es tener la capacidad de darte cuenta de que eso está pasando o de cuáles son los mensajes. Tener básicamente esta conciencia crítica de poder evaluar si esas cosas que estamos recibiendo primero nos hacen bien o no. Segundo, si es que nos están generando algún tipo de sensación de auto-responsabilización por problemáticas que no necesariamente son mías. Cierto, son mías como individuo, sino que son cosas que corresponden a un contexto sociocultural, una estructura económica, a un modelo económico que evidentemente se nutre de las inseguridades y de un sinfín de problemáticas.
Específicamente hay mayor cantidad de mujeres y niñas, entonces yo creo que antes de cómo salimos de esto es pensar cómo entramos a esto, como cuál es la realidad que permite que esto exista. Como posibilidad, como alternativa o herramienta de salud mental, como de cierta forma también la venden.
En 2021 ustedes publicaron los resultados de la primera Encuesta de Autoestima Política en Chile y, sobre el total de quienes respondieron, un 99% manifestó que se ha sentido disconforme con su aspecto físico. Estoy segura de que si esa encuesta se aplicara en muchos países de la región, la respuesta no variaría demasiado. ¿Cuán atrapadas estamos en estas redes? Y al principio decías lo primero es darse cuenta, pero una vez que nos damos cuenta ¿cómo podemos desandar esto?
Creo que la potencia del concientizar es fundamental. Es un poco este rollo de Catharine MacKinnon del proceso de conciencia feminista que tiene que ver con primero ver la opresión, darte cuenta en todos los aspectos. También acá estamos hablando del tema del cuerpo, pero la violencia en todos los ámbitos en los derechos sexuales y reproductivos tiene que ver con todo eso.
Y después tiene que ver con cómo paso de esta conciencia individual, de este darme cuenta a una búsqueda colectiva de soluciones…. todas vivimos una injusticia, una sensación de opresión, un darnos cuenta, un despertar y decir Guau! Ah! El paso de una agencia colectiva en algo al respecto. Entonces ahí yo creo que ha habido cosas como porque si lo llevamos esto mismo caso a la conciencia, por ejemplo de la autonomía del cuerpo, el derecho al aborto. Fue como un despertar de muchas. Y en ese despertar yo también. Yo también aborté sola. Yo también casi me muero. A mí me llevaron presa. Esto es una realidad. Nos dimos cuenta todas. Ahora exijamos esta justicia, no cada una por su parte, sino elaboremos, organicemos la rabia y llevémosla a algo que pueda efectivamente incidir en términos políticos de un país.
Yo creo que ese ejercicio, que acá en Chile también existió, que no nos llevó a mucho, pero que existió no solamente en el feminismo, sino con el estallido social. Cierto que fue como el darse cuenta colectivo, el salir a la calle a manifestarse, el exigir una nueva constitución que hayamos quedado en nada, es un devenir de un de un proceso mal llevado básicamente, pero que en el fondo tiene que ver con el verificar y el constatar que el movimiento social, que la colectivización de la idea, de la rabia, de la injusticia existe y por ahí partir haciendo algo que a veces también puede sonar muy grande.
Puede ser que muchas mujeres que no son activistas sientan “y, yo no quiero hacer eso, no quiero en la calle, no quiero marchar, no, me da miedo”. Es como OK, ¿cómo se parte? Haciendo desde espacios más seguros, espacios más pequeños en tus mismos grupos, en el chat de los apoderados del colegio. Cada vez que tú te das cuenta de algo, ¿cómo vamos colectivizar este sentir? En un lugar en el que podamos ir generando incidencia más pequeña quizás. Pero la sensación de por lo menos no estar sola y no ser la única y no solamente cargar con esto desde el lugar de mi psicoterapia, que hay que hacerlo también, pero que a la vez es insuficiente. ¿Por qué? Porque necesitamos a más personas entendiéndonos, y elaborarlo desde el lugar de la exigencia más que solamente desde lo terapéutico. Claro. Por ahí va un poco, yo creo.
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