La inclusión de las personas con discapacidad empieza por la escucha
Por Denise Shocrón, psicóloga especialista en DEI y responsable de relaciones institucionales en Fundación DISCAR
Cada 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Desde 1992, esta fecha invita a reflexionar, generar conciencia y promover acciones que garanticen los derechos y la plena participación de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la sociedad.
Si bien estas iniciativas son valiosas, es fundamental sostenerlas en el tiempo para lograr un impacto real. ¿Por dónde empezar? Un buen punto de partida es escuchar a las propias personas con discapacidad, aprender de su mirada y dejarnos interpelar por sus experiencias.

Valeria Román es una mujer de 57 años que vive sola, está en pareja hace tres años y trabaja desde hace nueve como secretaria en Fundación DISCAR, organización sin fines de lucro dedicada a la inclusión de personas con discapacidad intelectual.
A los 20 años, Valeria tuvo un accidente cerebrovascular que transformó su vida. Vale -como le gusta que la llamen- recuerda una infancia y adolescencia felices: “Debo agradecer a mis padres y hermano, quienes me ayudaron a convertirme en una mujer plena”.
Denise Shocrón y Valeria Román en Fundación Discar
Vale comenzó la carrera de arquitectura en la UBA, pero debió suspenderla. El 2 de diciembre de 1988 sufrió un accidente cerebrovascular que impactó en su movilidad y en su habla, dejando secuelas en el lado derecho de su cuerpo: “Fueron tiempos muy difíciles. Quería expresarme y no podía, me sentía impotente. Tuve que empezar de nuevo, aprender a hablar y caminar. Cuando llegué a mi casa en silla de ruedas lo primero que pensé es que así no quería quedarme”, recuerda y añade: “Siempre fui muy caprichosa y quería hacer todo sola. Con el tiempo me di cuenta de que nadie puede hacer todo solo. Necesitamos de otros”.
Este suceso la obligó a buscar apoyos, especialmente en su familia, que la acompañó en su recuperación y adecuó su entorno para volverlo más accesible. Pero por fuera de ese espacio de contención está la sociedad, la calle, las miradas que habilitan o que juzgan: “Voy por la calle y la gente me mira, miran cómo camino y me pregunto por qué es así. Falta aceptación. A mí me gusta mucho salir a tomar algo a un bar. El otro día por ejemplo me pasó que me miraba una persona y cuando me levanté para irme su mirada cambió automáticamente. El prejuicio existe. Todos somos iguales y todos somos diferentes, cada uno tiene su ser”, reflexiona.
Como sociedad, necesitamos abordar estos temas: desterrar miedos y prejuicios que muchas veces sostienen esas actitudes hacia el otro. Generar espacios donde podamos cuestionar nuestras percepciones y comprender qué nos sucede con la presencia de ese otro que no es igual a uno.
Vale está en pareja con un hombre al que conoce desde que ambos tenían 15 años. Decidieron estar juntos tres años atrás: “Lo conocí cuando no tenía ninguna dificultad. Nos cruzamos varias veces en la vida hasta que nos pusimos de novios. Disfruto pasar tiempo con él, compartir”, relata.
Uno de los prejuicios más instalados sobre las personas con discapacidad es el que rodea su vida afectiva: la creencia de que solo se vinculan amorosamente entre sí o de que no pueden ejercer su sexualidad plenamente.
La mejor manera de desarmar estas ideas es reconocer que la sexualidad es intrínseca a todo ser humano. Va mucho más allá de la genitalidad y se expresa en múltiples maneras: gustos, preferencias y deseos. Comienza con la vida y finaliza con ella, y en cada etapa se manifiesta en formas diversas.

Vale trabaja como administrativa: “Soy recepcionista, trabajo de lunes a viernes de 9 a 18hs. Recibo a los jóvenes que asisten, abro la puerta, envío mails, atiendo el teléfono y me ocupo de impresiones, entre otras tareas. Una de las cosas que más me satisface es el trato y la confianza que me tienen. Soy una persona que puede hacer cosas. Me siento importante al trabajar y espero hacerlo por muchos años más”, remarca.
El trabajo es, ante todo, un derecho: dignifica, nos permite crecer y proyectar nuestro futuro. Trabajar por la inclusión laboral de las personas con discapacidad es confiar en las potencialidades que todas las personas tenemos y reconocer cuánto se enriquecen los equipos cuando son diversos. Vale es una empleada dedicada, cumple con sus tareas y es valorada por quienes asisten a la fundación. Es un ejemplo de superación: “Creo que de ambas partes hay que hacer esfuerzos. Como sociedad entender y ofrecer oportunidades y desde este otro lado hacer cambios. Las personas con discapacidad tenemos la posibilidad de aprender y esforzarnos, prepararnos y buscar la manera de salir adelante”, concluye.
