Día Internacional de las Lenguas de Señas: derecho humano a la comunicación plena, identidad cultural y oportunidad para las organizaciones
Por Romina Aza, presidenta de Señas de Comunicación
La lengua de señas es lengua materna, derecho humano y herramienta de inclusión. El desafío: que esté presente en cada espacio de la vida social.

El 23 de septiembre conmemoramos el Día Internacional de las Lenguas de Señas, proclamado por la ONU en el año 2017. Esta fecha busca reconocer la lengua materna de la comunidad sorda en todo el mundo y recordar que la comunicación accesible es un derecho humano.
En el mundo existen más de 300 lenguas de señas, cada una con su propia gramática y cultura, utilizadas por alrededor de 70 millones de personas sordas. Sin embargo, según la Federación Mundial de Personas Sordas (WFD), solo 81 países han reconocido oficialmente su lengua de señas nacional en sus leyes o constituciones, lo que equivale a menos de la mitad de los Estados del mundo.
Por su parte, en América Latina ya dieron pasos importantes países comoMéxico, Chile, Uruguay, Paraguay y Colombia, que reconocieron sus lenguas de señas mediante leyes o disposiciones nacionales. Aun así, la región comparte desafíos comunes: garantizar intérpretes en servicios esenciales, fortalecer la educación bilingüe y derribar barreras en el ámbito laboral y universitario.
En nuestro país, la historia de la Lengua de Señas Argentina (LSA) estuvo marcada por décadas de prohibición y violencia hacia quienes la utilizaban. Bajo la corriente oralista, se ataba y castigaba a los niños sordos por comunicarse en su lengua. Una práctica cruel que dejó huellas profundas y que explica por qué hoy, aun con avances, todavía tenemos deudas pendientes.
La sanción de la Ley de Reconocimiento de la LSA en 2023 fue un logro histórico, conquistado gracias a la militancia de la comunidad sorda, intérpretes, docentes y aliados. Yo misma estuve presente en las marchas frente al Congreso, acompañando a sordos y oyentes, profesionales de distintas disciplinas que unieron fuerzas para hacer visible esta demanda. Ese día entendí con claridad que la lucha por la lengua de señas es también la lucha por la justicia lingüística.
Sin embargo, todavía hay muchos derechos vulnerados:
- No hay casi intérpretes en hospitales, comisarías o dependencias públicas clave.
- La educación bilingüe aún enfrenta barreras estructurales.
- El acceso a la universidad, la justicia y el trabajo sigue condicionado por la falta de accesibilidad.
Desde la psicolingüística sabemos que sin lengua materna el aprendizaje de una segunda lengua es sumamente difícil. Negar la lengua de señas es condenar a la comunidad sorda a condiciones desiguales de desarrollo cognitivo, educativo y laboral.
En este camino, desde mi Asociación cada vez más empresas y organismos toman conciencia de la importancia de contar con plena accesibilidad, incorporandointérpretes profesionales de lenguas de señas y asesorándose paraadaptar contenidos, protocolos y documentación a las distintas discapacidades en la comunicación. Es una señal positiva de que el cambio está en marcha, aunque aún falte mucho por recorrer.
Por eso, hoy más que nunca, es necesario que las empresas y organizaciones asuman un rol activo:
- Incorporando programas de sensibilización y formación en LSA.
- Garantizando intérpretes en eventos, capacitaciones y comunicaciones internas.
- Diseñando protocolos accesibles en atención, seguridad y recursos humanos.
- Entendiendo que la accesibilidad en la comunicación no es un costo, sino una inversión en diversidad, equidad e innovación.
Estamos mejor que hace algunos años, sí, pero falta mucho camino por recorrer. El 23 de septiembre no es solo una fecha conmemorativa: es una invitación a sumarse a la construcción de entornos accesibles y justos. Hoy más que nunca, la inclusión está en nuestras manos.