Inclusión laboral con conciencia ambiental: el modelo de Cascos Verdes
Por Fernando Villalba
Cascos Verdes es una asociación civil sin fines de lucro que lleva 18 años trabajando por la inclusión social y laboral de personas con discapacidad intelectual. Y lo hace a través de una mirada particular: la educación ambiental. Con la formación que ofrecen y la articulación con instituciones y organizaciones, decenas de personas con discapacidad se convierten en agentes de cambio y transforman la cultura empresarial al poner de relieve lo que significa la plena inclusión.
Cascos Verdes es una organización que supo identificar las barreras que dificultan el acceso educativo y laboral de las personas con discapacidad intelectual. Al enlazar la oportunidad de una formación adaptada con programas que fomentasen la inserción laboral inclusiva, Cascos Verdes reafirma que estos obstáculos no se deben a la discapacidad como tal, sino a prejuicios, barreras de acceso a formación profesional inclusiva y falta de apoyos adecuados.

Más de 40 empresas, entre las que figuran Accenture, BBVA, Farmacity, Meta y Google, ya han trabajado con la asociación. Juana Pérez Cobo es la responsable de articular los múltiples programas que ofrece la asociación, y dialogó con Diversa Noticias para dar cuenta de la dimensión de los desafíos que superan a diario, de cómo se piensa un puesto de trabajo para una persona con discapacidad intelectual y para compartir algunos de los aprendizajes que han tenido en las últimas décadas.
La importancia de una cultura laboral diversa
“La inclusión plena sigue siendo una deuda pendiente. Si bien el rol de las personas con discapacidad en la sociedad comienza a ser visibilizado, en el área laboral persisten barreras estructurales, culturales y actitudinales que limitan su acceso a empleos dignos, estables y con posibilidades de desarrollo. Este escenario es aún más complejo para las personas con discapacidad intelectual, que suelen quedar al margen de las oportunidades laborales”, explica Pérez Cobo.
En ese sentido, identifica un fuerte estigma en el sector: “Todavía se asocia la discapacidad intelectual con una menor capacidad productiva o con mayores dificultades para integrarse en los equipos. Estos prejuicios influyen negativamente en los procesos de selección, incluso antes de evaluar competencias reales”. Pero, también, muchas veces los lugares de trabajo no están preparados para ofrecer ajustes que faciliten el desempeño de sus empleados, como lo pueden ser “instrucciones claras y estructuradas hasta apoyos tecnológicos o la figura de un tutor laboral”.
Por supuesto, esto va de la mano con la posibilidad restringida de acceder a estudios técnicos o profesionales que califiquen a las personas para empleos más competitivos. Y ahí es donde entra el doble rol de Cascos Verdes, como capacitadores, pero también como articuladores con instituciones y empresas, un nexo que abre puertas de empleo y acompaña el proceso para adaptar un puesto de trabajo según necesidades específicas.
Educadores ambientales y una inserción laboral sostenible
Cuatro años de formación, en vinculación con instituciones como la Universidad Católica Argentina y la Universidad Torcuato Di Tella, habilita a los alumnos al título de Educador ambiental. El paso que sigue son los “programas de inclusión laboral en empresas bajo la modalidad de empleo con apoyo, un enfoque que promueve la inserción laboral duradera y de calidad, y centrada en las capacidades de cada persona”, según detalla Pérez Cobo. Sin embargo, advierte: “Es clave destacar que la inclusión laboral no debe entenderse como un gesto de buena voluntad o caridad, sino como una respuesta concreta a una necesidad real de la organización”.


¿Cómo lograr esto? “El proceso parte de identificar funciones o tareas que necesitan ser cubiertas, y de evaluar cómo una persona con discapacidad puede desempeñarlas de manera eficaz, con los apoyos y ajustes necesarios. Así, se generan oportunidades laborales genuinas y valiosas, beneficiando tanto a la persona como a la empresa, que ganan en diversidad, creatividad y compromiso social”, señala.
Aprendizajes que motorizan
Para terminar, la integrante de Cascos Verdes nos recuerda que “la inclusión real implica transformar culturas, procesos y actitudes” y que eso se hace comprendiendo que “cada persona es única y necesita apoyos adaptados a sus fortalezas, desafíos y contextos”. Por eso, recomienda tener flexibilidad y adaptación continua como una práctica incorporada en las organizaciones. “Cambiar prejuicios y estereotipos en empresas, instituciones y comunidades es un trabajo constante que impacta directamente en la calidad y sostenibilidad de la inclusión”, asegura. Y, finalmente, aboga por “el poder transformador de la educación ambiental”, ya que “unir la inclusión social con la conciencia ambiental genera un impacto positivo tanto en las personas como en las comunidades donde intervenimos”.