La ideología de género no existe

Por Stephanie Simonetta, editora de Diversa Noticias

Nos la pasamos corriendo detrás de una agenda que se alimenta a base de fake news y afirmaciones sin sustento para silenciar las voces de aquellas identidades que se apartan de la norma.

El decreto recientemente lanzado por el presidente Javier Milei para modificar la Ley de Identidad de género es un claro ejemplo de cómo opera esta lógica. Durante días instalaron noticias falsas sobre supuestas cirugías de adaptación del cuerpo en menores, cuando este tipo de procesos no se practican. En la práctica, lo que se contemplaban eran procesos de hormonización, habilitados a partir de los 16 años con autorización de los tutores legales y la conformidad de la autoridad judicial. La modificación del artículo 11 eleva la edad a los 18 años, pero el verdadero sentido del anuncio es poner en debate a las personas trans como sujetos de derecho.

Unos días antes, el presidente ratificó lo que había afirmado en Davos: “La ideología de género llevada a su extremo conduce al abuso”. La estrategia de comunicación es clara: instalar una agenda de estigmatización y patologización de las disidencias.

Pero volvamos a las bases: ¿por qué el presidente habla de “ideología de género”? Esta expresión no es más que una forma de deslegitimar los avances en derechos de las mujeres y del colectivo LGBTTIQ+. La palabra «ideología» busca desacreditar -asociando a creencias subjetivas dogmáticas- todo el conocimiento producido desde las teorías de género, feministas y de la diversidad sexual, un campo de estudio interdisciplinario que desde hace décadas analiza e investiga cómo la construcción social del género influye en nuestras vidas y en la desigualdad de las sociedades.

¿Y qué hemos aprendido gracias a estos estudios?

  • Que vivimos en un mundo que impone desigualdades y jerarquías entre las personas según su género.
  • Que la violencia de género no es un tipo más de violencia, sino una consecuencia directa de las desigualdades. No es casual ni aislada, sino que responde a un sistema que históricamente ha subordinado a las mujeres y a las personas LGBTTIQ+.
  • Que la desigual distribución de tareas entre géneros limita el desarrollo profesional y personal de las mujeres.
  • Que las personas que se corren del estereotipo de género en el que se supone que deberían encajar enfrentan diversos obstáculos a lo largo de su vida y que, en el caso de las personas trans, esto implica una esperanza de vida de menos de 40 años.
  • Que el reconocimiento legal de la identidad de las personas trans tiene un efecto positivo en su salud mental, bienestar emocional y calidad de vida.
  • Que las personas intersex han sido invisibilizadas y sometidas a procedimientos médicos innecesarios sin su consentimiento a lo largo de la historia.
  • Que el abuso sexual infantil ocurre mayoritariamente en el ámbito familiar “tradicional” y que la educación sexual integral es clave para generar conciencia, prevenir y detectar abusos.

Las –aún insuficientes- políticas de equidad implementadas por el sector público y privado recogen estos aprendizajes y reconocen las injusticias que han afectado a determinados colectivos a lo largo de los años para abrir oportunidades para todas las personas. La ideología de género no existe, lo que sí existen son las desigualdades estructurales. Negarlas no solo es erróneo, sino que trae consecuencias muy graves para las miles de personas discriminadas por su identidad.